El período post-independencia se caracterizó por la búsqueda de un sistema de gobierno estable, el que no llegó sino hasta décadas más tarde. Durante dos décadas después de haberse consolidado la independencia, se presenció en Chile un período de inestabilidad y auto gobierno en el que se ensayaron seis proyectos constitucionales y se intentó dar forma a un gobierno que tardó años en consolidarse como tal.
El fracaso de la constitución liberal de 1828 generó en el país un interés de carácter público por solucionar los difíciles momentos que vivía el país en cuanto a organización política. El dilema era si se introducían reformas a la carta de 1828, o si bien se redactaría una nueva carta constitucional de índole radical.
Ambas propuestas fueron llevadas al congreso de 1831, por un lado estaba Manuel José Gandarillas quien expuso ante el Senado "la necesidad de dar a la administración una forma estable y vigorosa, allanándole los obstáculos que encuentra a cada paso en los vacíos y defectos de la Constitución, evidentemente demostrados por la experiencia” . Por el otro lado, estaba la figura autoritaria de Mariano Egaña, quien propuso un nuevo texto conocido como el “voto particular de Egaña”, que fue visto como autoritarismo.
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